Una fuente perjudicial par al organismo es el alcohol, a pesar de que beber es una conducta social muy aceptada. El alcohol es un veneno y a medida que es absorbido por el sistema circulatorio va afectando tanto a nuestros órganos como a nuestro estado mental.
Unas cuantas copas elevan la frecuencia cardíaca y la presión sanguínea, pues nos hace sentir relajados, perdemos la inhibición y la coordinación. Estas sensaciones son el resultado de reacciones químicas dentro del cerebro, especialmente en esta parte del cerebelo (la región cerebral), responsable de la coordinación y el equilibrio.
El alcohol causa una alteración química en las neuronas, mientras en algunas sinapsis las señales que discurren con fluidez en otras quedan bloqueadas y cuanto más debemos, más afectadas a las sinapsis.
El alcohol también engaña al cerebro haciéndole creer que hemos ingerido mucha agua, manda trabajar a los riñones a toda marcha desechando líquido valioso en la vejiga, puede que en ese momento no nos sintamos deshidratados, pero a la mañana siguiente la historia es diferente. Tras la juerga es el hígado el que tiene que poner orden en este desaguisado,
El órgano hepático es el centro de control bioquímico del organismo cumpliendo 500 cometidos diferentes, uno de ellos es transformar las toxinas en elementos químicos inocuos. El alcohol es una sustancia tóxica, el proceso exige agua pero al hígado no le importa la procedencia de la misma, el cerebro contiene tres cuartas partes de agua, cuando el hígado necesita agua es el cerebro el que lo sufre, el cerebro pierde agua y minerales esenciales por lo que se encoge sistema de la cavidad craneal, nos sentimos con un dolor de cabeza muy particular (resaca), dicho esto para la resaca la mejor cura es beber algo de agua.
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